Articulo

La memoria de la Shoah en la sociedad israelí ayer y hoy

Elio Passeto, nds

Ratisbonne, Jerusalén, Israel

“Sus sueños eran pequeños e inmediatos. Un pedazo de pan, un poco de sopa, mantenerse con vida hasta el final del día. A veces se atrevían a la esperanza de que podían ver a sus seres queridos. No siempre eran capaces de pensar lo bastante lejos para creer que este horror se acabaría un día. La posibilidad de que se establecerá, para el pueblo judío, una nación soberana y que podrían vivir en ella, era muy distante, imaginaria, de otro mundo. Hoy, 71 años más tarde, los sobrevivientes de la Shoah abrazan a sus nietos, hijos de la tercera generación. Los soldados en el ejército del país que ninguno de ellos podía imaginar.”[1]

Durante el año académico 2015-2016 el Centro de Estudios Judeo-Cristianos tubo como tema principal “la Shoah y la vida setenta años después”. Trabajamos varios aspectos concretos de la relación con la tragedia de la Shoah y sus consecuencias para la humanidad. Fue visto también algunas perspectivas de vida de los judíos y el del judaísmo después de la Shoah hasta los días de hoy. Por supuesto que no fue la pretensión del programa explicar o entender lo inexplicable y lo indecible sobre éste tema en la historia humana. Sin duda fue una ocasión para reflexionar sobre la tragedia de la Shoah desde diferentes perspectivas. Esperamos que este modesto trabajo hecho por el CEJC contribuya a perpetuar la memoria de la Shoah. Pues como afirma la escritora israelí: “cada obra que se ocupa de la Shoah constituye un lugar de memoria”[2]. Algunas de estas reflexiones propuestas en el curso están aquí en este número del ‘El Olivo‘ que se puede comprobar.

Mi intención, en este artículo, es mostrar algunas posiciones, entre tantas otras, que forman parte del debate continuo en la sociedad judía de Israel y también darse cuenta de cómo el tema de la Shoah es visto, discutido en perspectivas del futuro. De hecho, es un asunto que atraviesa la sociedad israelí en todos los sentidos y por lo tanto abarca cada judío israelí. “La actitud de la sociedad israelí hacia la Shoah ocupa un lugar de tal manera que podemos decir, de hecho, que la controversia incluso en la política de la memoria es uno de los elementos dominantes de la memoria colectiva israelí de la Shoah”.[3]

Como sabemos, Israel se ha convertido en el centro por excelencia (pero no exclusivo) de la vida judía después de la Shoah, no sólo debido a su expresión numérica, porque con los años se trasformó en el lugar donde vive la mayoría del pueblo judío, pero sobre todo porque es el lugar de autonomía absoluta para un judío vivir su vida judía y por esta razón, de hecho, él puede expresar más adecuadamente su identidad como una persona judía. La centralidad de Israel para el pueblo judío no es reconocida sólo por aquellos que viven en Israel, pero representa el punto de referencia para todo el pueblo judío del mundo que de alguna manera mantiene un contacto continuo con la realidad de Israel y participa en su destino.

Aun si Israel debe pagar el precio por ciertas interferencias venidas del judaísmo de la diáspora, la estrecha relación entre la vida judía en Israel y la vida judía en la diáspora fortalece la sociedad judía israelí en su propia identidad como de la misma manera fortifica la unidad con el judaísmo en la diáspora. Esta relación se presenta como vital para la unidad del judaísmo en ámbito universal.

Una buena oportunidad para darse cuenta de la complejidad del tema de la Shoah en Israel es seguir las actividades, las preparaciones y demostraciones sobre la Shoah en el día de la celebración (este año se celebró el día 5 mayo)[4]. Un ejemplo es la sirena que suena en todo el país en el que todos los israelíes son llamados a escuchar o al menos ser informados del día, pero más en profundidad la manifestación de toda la sociedad en su más diversificada manera se expresa sobre el tema.

Si por un lado es una celebración pública, nacional: gobierno, colegios, instituciones, etc., el día de la Shoah es también un día de los individuos, lo particular; la memoria colectiva y la memoria individual se abrazan y una y otra se expresan de forma evidente. El tema es reflejado por los medios de comunicación: televisión, radio, periódicos, revistas, a través del teatro y el del canto… Los colegios se ocupan de este asunto desde diferentes perspectivas,  con explicaciones, discusiones, exposiciones. En muchos casos, se escuchan a los propios sobrevivientes de la Shoah que ocupan el espacio para testimoniar sobre lo que se vivió y cómo fue posible continuar. En resumen los puntos de vista son infinitos para abordar la cuestión, pero todos ellos están de acuerdo en hacer memoria de la Shoah y transmitirla para las futuras generaciones.

De hecho, la Shoah si convirtió en parte integral de la consciencia judío-israelí y no depende de una ley fijada. Con el tiempo el tema se transformó un elemento de la identidad del pueblo.  No está limitado a los que vivieron la tragedia de la Shoah y sus familiares, pero es una realidad judía-israelí. Según la tradición, en la noche del Seder Pascual, hasta hoy en día se dice, “en cada generación y generación cada uno debe verse como si él mismo hubiera salido de Egipto”[5]. Hay una muy fuerte conciencia que se expresa de la misma manera en el día de Shoah como si “cada uno hubiera salido de Auschwitz.” Por lo tanto, no es sólo una fecha que se celebra, es, antes de todo, un grito que concierne a toda la humanidad y al mismo tiempo el acontecimiento de la Shoah se convirtió en un componente del ser judío en Israel.

Este año se cumplen 71 años del final del Shoah y así de acuerdo en una perspectiva histórica, no estamos tan distantes de los acontecimientos, sin embargo, en virtud de la naturaleza misma, los testigos directos de la tragedia comienzan a declinar. De acuerdo con la información oficial en el día de la Shoah del presente año, ahora viven en Israel 194.468 sobrevivientes de la Shoah; 619 ya son centenarios y 21.794 son nonagenario y los otros están en los años ochenta; de acuerdo con la información, actualmente mueren cada día un promedio de 40 personas[6].

La transmisión de la memoria es un factor fuertemente dominante en la tradición hebrea, basta ver como los relatos bíblicos hacen parte de la memoria viva del pueblo hasta nuestros días. Sin embargo, el elemento de transmisión debe ser conocido para ser transmitido. Sobre el tema de la Shoah se pasa algo diferente, el problema es complejo por la propia naturaleza del evento y por los que vivieron la tragedia. Así que la memoria de la Shoah requiere una visión muy precisa de la complejidad de la forma de cómo se transmitió y cómo no se transmitió la gran tragedia vivida por el pueblo judío bajo el régimen alemán.

La tragedia de la Shoah sucedió cuando el pueblo judío estaba luchando para ganar su independencia como pueblo y establecer su Estado soberano en la Tierra de Israel. Es necesario mencionar aquí que un falso discurso moderno, desprovisto de argumento serio, hace, a veces, la asociación de dependencia entre estos dos eventos: la Shoah y la proclamación del Estado de Israel. Un hecho no se debe al otro y uno no ocurrió debido al otro. Los pasos en la elaboración de la independencia de Israel se iniciaron casi un siglo antes de la Shoah y los elementos que fueran favorables a la independencia, en 1948, no están conectados y tampoco causadores de la tragedia de la Shoah[7].

Teniendo iniciado en el siglo XIX con la llegada de los Jalutzim (pioneros), estos grupos de judíos se organizaron bajo el régimen otomano turco, y con los años, estos grupos constituyen una sociedad de poderes decisivos, autónomos, como se fuera una sociedad dentro de la sociedad. Esta forma de organización y su ideal propagado, se convierten en fuerza de atracción de nuevos seguidores junto a la comunidad judía de la diáspora para el proyecto que en el principio era sólo un sueño. La base del movimiento es su articulación entre los grupos judíos que trabajan aquí (Tierra de Israel) y la comunidad judía en la diáspora. Debemos recordar que el centro principal del pueblo judío en la diáspora, antes de la Shoah, era en Europa y no los Estados Unidos. Por lo tanto, uno de los centros vitales de las acciones de reclutamiento de las personas y de los medios de expansión de la organización era el mundo judío que estaba en Europa. En consecuencia, se debe tener claro la primicia que la tragedia de la Shoah ha reducido y se hizo mucho más difícil, a su vez, la capacidad de organización del Yeshuv[8], creando dificultades casi insuperables en la lucha por la independencia[9], rompiendo así su relación vital con el mundo judío en la diáspora.

Otro ejemplo claro de la base que anticipa, es la fuerte organización que ha reinado en la Tierra de Israel, construido por los Judíos, para la preparación del Estado: la existencia y las actividades del Histadrut[10], la Haganah[11], el establecimiento de la formación intelectual de la comunidad judía representada por la Universidad Hebrea de Jerusalén, la construcción de ciudades como Hertzelia en 1906, Tel Aviv, 1909. Así que la afirmación que establece la relación entre la Shoah y la proclamación del Estado de Israel en 1948, está desprovista de toda seriedad de los argumentos y tiene como objetivos el descrédito de la legitimad de la existencia de Israel.

La relación vital del mundo judío entre el Yeshuv (Tierra de Israel) y la Diáspora será cambiada profundamente después de la Shoah. Durante la Shoah, para aquellos que lograron escapar del poder nazi y consiguieron, bajo el mandato británico, entrar en la Tierra de Israel, lo hicieron en el momento más crucial de la lucha por la independencia. Una vez salvo de la tragedia nazi, tendrían que reponer las fuerzas que todavía quedaron para luchar por la supervivencia en la lucha contra el poder británico. Sin embargo, para los que sobrevivieron y vinieron para Israel inmediatamente después de haber sobrevivido el horror de la Shoah, estos llegaron a la tierra de Israel no con menos dificultades que tenían antes.

Después de haber vivido el horror de la Shoah y de haber perdido todo lo que les pertenecía en su existencia, fuera necesario a ellos, restaurar sus identidades, sus memorias, sus propio ser para seguir viviendo y es así como se comienza una nueva etapa para ellos en Israel. La vida era difícil, era necesario preocuparse por el trabajo, la casa, liberarse de la soledad cruel, constituir familia de nuevo, tal vez terminar la escuela. El instinto de vida y el deseo de rehabilitar eran tremendas fuerzas”[12]. El Estado será proclamado en 1948 compuesto, entonces, en aquel momento, de la presencia de los que escaparon, antes y durante a la Shoah y de los que sobrevivieron (después) a la Shoah.

Este complejo universo de pioneros, fugitivos y sobrevivientes de la Shoah, compone el nuevo cuadro del Israel naciente. Es conocido en la historia del pueblo judío que el ideal de regreso a la Tierra de Israel y establecer su soberanía en su propia tierra, viene de lejos en la historia y cuando fue posible vencer la resistencia y dar los primeros pasos, el proceso fue empezado y la conclusión se coincidió con la tragedia de la Shoah perpetrado contra el pueblo judío.

Una vez de haber llegado a la Tierra de Israel, justo en su fase de lucha por la independencia, se enfrenta al mismo tiempo con una nueva realidad que, aunque lleno de esperanzas, se caracterizó por una gran debilidad en todos sus segmentos. El sobreviviente de la Shoah fue recibido e integrado a esta nueva realidad que para él también era todo nuevo. Cada superviviente tenia consigo un experiencia indescriptible, las palabras no eran suficientes para describirlo e incluso si hubiese las palabras, no había forma de enmarcar la tragedia experimentada por cada uno en un universo explicativo. Y aunque la explicación fuera posible desde el punto de vista de quien cuenta la historia, uno no esperaría que alguien tuviese los medios para entender a través del cuento de las palabras. La dificultad para comunicarse, de la parte de los que han vivido la experiencia de la Shoah y que conservaban presente los hechos vividos, está muy bien estudiado por la especialista de la Shoah, Iris Milner, en especial en su trabajo, anteriormente mencionado, sobre la segunda generación[13]. Esta generación precisamente que vivió directamente bajo el silencio de los padres que no dijeran nada. La frase : “No hay nada que decir“, afirma Iris: “expresa la actitud de los padres sobrevivientes, que era mejor para sus hijos no saber. También existía la sensación intuitiva que guiaba: el léxico de las palabras convencionales no puede, en ningún caso, traducir lo que se pasó”[14]. Así que hacer memoria del ocurrido en la Shoah no pasa por los mismos criterios normales sobre los acontecimientos que se sucedieron en la historia. La manera que se realizó la Shoah y su monstruosidad fueron más allá de la lógica humana. Si por una parte faltan palabras para describir la tragedia, por otro, no habrá parámetros cognitivos para comprender el objeto de la transmisión. “La Shoah no es la historia y no es también una memoria en el sentido ordinario del término”[15].

Como veremos en la secuencia, la sociedad israelí emplea todos los medios para tratar de encontrar formas, las más adecuadas, para poder hacer la transmisión fiel de la memoria de lo que se vivió. El trabajo es, en primer lugar entender, lo máximo posible, lo que sucedió de verdad. Pero si por una parte las limitaciones humanas no dejan explicar las barbaridades realizadas, el cómo y  el por qué aconteció la Shoah, es también verdad la ausencia de palabras para explicar la capacidad de (superación) la resistencia humana, como los sobrevivientes pudieron continuar viviendo y construir la vida. Este es el caso de la sociedad israelí y de los sobrevivientes que hicieron esta dura experiencia. Más adelante en el mismo artículo Iris afirma “la convicción de que no podemos subordinar la Shoah a cualquier narración explicativa; en última instancia, es imposible escribir la Shoah (de la descifrarla, de escucharla, y de aprender de ella, etc.). Sólo es posible una presentación descompuesta, carente de lección y no funcional”[16]. Tal vez en este caso se puede entender la afirmación de Shoshana Felman cuando ella afirma que “la locura es también un exceso de memorias”[17]. Así es, en general, la realidad de los sobrevivientes de la Shoah cuando, ‘liberado del flagelo’, tratan de continuar sus vidas en la Tierra de Israel. Por eso que una de las principales preocupaciones tomadas en serio, en Israel, hoy en día, es analizar esos primeros años después de la Shoah.

No hay miedo de buscar la verdad y la sociedad israelí está suficientemente madura para soportar la verdad, no importa lo que sea. La crítica no terminó, al contrario en los últimos años, la tercera generación después de la Shoah, profundizó en todas las direcciones, la búsqueda para averiguar lo que sucedió durante la Shoah con los sobrevivientes y aún más importante lo que pasó con ellos después de la Shoah, cuando llegaron en Israel. No hay ninguna conclusión sobre la pregunta planteada: ¿por qué se habló poco de la Shoah en los primeros años de la formación de Israel? Pero hay elementos que indican algunos datos que son, al menos en apariencia, lógicos. Israel estaba empezando, así que no era el momento para sanar heridas, era el tiempo de luchar para sobrevivir, por otro lado, los que escaparon del mundo de la muerte, no querían revivir toda la tragedia, era necesario adherirse a la nueva situación para superar el horror de la historia reciente.

Para ser justo, hay que decir que el debate sobre cómo hacer memoria de la Shoah en Israel fue abierto incluso antes de su proclamación. Se han tomado varias iniciativas para trabajar el problema durante los años que estaba ocurriendo la tragedia[18]. Pero la fórmula presentada, la manera de tratar el tema, el aspecto individual y el aspecto colectivo, han variado según el momento y está en movimiento profundo, se trata de un proceso dinámico. Las circunstancias cambian y el verdadero objeto de la reflexión se manifiesta de manera diferente en diferentes períodos.

Dentro de una visión general, la manera de cómo entender y expresarse sobre la Shoah se pasó por cambios en toda la historia, de sus inicios hasta la actualidad. Los expertos identifican tres etapas importantes en el proceso de concienciación sobre cómo hacer la memoria de la Shoah en la conciencia de la sociedad judía israelí: “El primer período comprendido entre 1948-1961 (desde la independencia del Estado hasta el juicio de Eichmann), el segundo período de 1961-1980 (desde el juicio de Eichmann a 1980), y el período actual que comenzó en 1980. Ya que los cambios no borran los antiguos símbolos y significados, cada período se ha complementado con nuevas adiciones”[19]. Obviamente, estos tres momentos no son fronteras cerradas, pero son marcas que influyeron en el desarrollo de la conciencia individual y colectiva judía, sobre la Shoah, en Israel.

El gran desafío para la sociedad israelí ha sido y sigue siendo el trabajo en este primer período. El segundo período es el que corresponde principalmente a la época de la guerra de los seis días (1967) y la guerra de Yom Kippur (1973), donde ocurrió el gran cambio en la comprensión de la Shoah. La sociedad israelí conoció el peligro de su existencia. Las dos guerras fueran acontecimientos que no se esperaba y que a pesar de las victorias se quedó expuesto la existencia de Israel. La conclusión colectiva fue que un ataque final contra el pueblo de Israel es siempre posible. “Cuando parecía que el país corría el riesgo de desaparecer … el sentimiento de no poder sobrevivir, de no haber salida, que hasta entonces fue experimentado sólo por la Shoah, ahora se ve como siendo posible también en el país de los judíos”[20]. En la continuación de su estudio Anita concluirá que la evolución de toma de conciencia de la memoria particular en la sociedad israelí, con respecto a la Shoah, causó una explosión en el modelo de los valores existentes y creó las condiciones ideales para la reconciliación entre la generación de la Shoah y toda su historia. “Existe una relación recíproca entre la memoria colectiva y la memoria privada. En la medida en que la memoria colectiva cambia (se trasforma) y absorbe en su interior los cambios que ocurren en lo imaginario independiente de los israelíes, como resultado de la Guerra de los Seis Días (1967) y la Guerra de Yom Kipur (1973), da misma manera la memoria particular se hace más legítima… la memoria particular se manifestó en bajo tono, ha tocado en los puntos sensibles, mostró el punto débil, el que tenían vergüenza de decir antes. La memoria de la Shoah se rompió en miles de memorias y experiencias diferentes, en función del sexo, de la edad, del entorno social y cultural y de la realidad existencial. La legitimación de la experiencia diferente sustituyó la posición crítica disfrazada que se había extendido en relación a los supervivientes de los años de silencio, y la exigencia que deriva de ella de un único modelo israelí”[21]. Este entendimiento se produjo en todos los sectores de la sociedad israelí, incluyendo las principales ideas orientadoras del sionismo que en el pasado temían el debilitamiento del ideal sionista. “La reconciliación entre el sionismo y la memoria del Holocausto se hace totalmente en el momento de la Guerra de los Seis Días en 1967, donde la diáspora y los israelíes temen una repetición del genocidio. La guerra de Yom Kippur en 1973 sólo confirma este hecho. La memoria de las víctimas es honrada cada vez[22].

Y la tercera fase es el resultado de las actividades de la tercera generación, cuando los nietos, lograron hacer una relación directa con la generación de la Shoah. Los padres no hablaron a los niños la tragedia vivida, pero lo contaron a sus nietos. La seguridad de la vida, la certitud de que la sociedad judía israelí fuera lo suficientemente fuerte, aseguró a la primera generación a contar su historia. De manera que la generación actual es mejor conocedora del pasado, porque ahora es posible demostrarlo. Como consecuencia se podría decir que la realidad de Israel hoy asume estas tres fases, pero las fases sucesivas son leídas a partir de la primera. Así que me ocuparé sobre algunos aspectos de este primer período, que es la memoria de la Shoah como tema para el futuro de la generación actual.

La primera fase que abarca desde la formación del Estado de Israel (1948) al juicio a Adolf Eichmann, en 1961, constituye un hito en la memoria colectiva sobre la Shoah. Desde 1948  hasta 1961, fue un período donde el enfoque fue más pronunciado sobre el heroísmo de los combatientes de la resistencia, de los que vencieron; los caídos representaban el lado fallado de la historia de la diáspora y representaban una actitud pasiva, a diferencia del estado de Israel naciente que era la afirmación de la victoria[23]. Como si la memoria colectiva hubiese preferido evocar las revueltas de los guetos en lugar de las víctimas del exterminio, incluso reprochando los supervivientes por tener una actitud “pasiva” o de  “cobardía” ante la tragedia.  El proceso del juicio de Eichmann fue algo que llevó mucho tiempo y en la práctica toda la sociedad de Israel siguió diariamente a través los programas de radio y televisión. El juicio se ocupó fundamentalmente de los muertos y de las atrocidades sobre las víctimas, pero también mostró por una parte el alcance de la crueldad humana demostrada de forma programada, elaborada y, por otra parte, reveló el tamaño del sufrimiento, del horror que vivió las víctimas que fueron asesinados y lo que significa para los sobrevivientes esta tragedia. Más de 100 testigos se presentaron contra Eichmann. Estas personas evidenciaron historias y horrores que la comprensión de la sociedad israelí, como colectivo, todavía no se había entendido así, lo que permitió, por tanto, entender que los que perecieron bajo los nazis no fueron asesinados por causa de la pasividad, sino que el acto de “pasividad’ fue una manera de tremenda valentía y de lucha. Así que  “El proceso de Eichmann, que tuvo lugar en 1961, trajo a la superficie todo el horror del exterminio y una intensa conciencia del sentimiento de total impotencia lo que ha sido experimentado por aquellos que fueron atrapados en los eventos”[24]. Al mismo tiempo se dio cuenta de los sobrevivientes, de sus historias, de sus sufrimientos y coraje. Al final todos se sintieron parte de la tragedia de manera colectiva e individualmente. El resultado de esta toma de conciencia es que la memoria de la Shoah, desde este momento, no es más un tema oficial que depende de una iniciativa pública, la memoria es de todos y todos son parte de ella[25].

Esa primera fase se denomina como la fase del silencio. La formación del Estado de Israel fue un proyecto de largos años de duración, de hecho, siglos de esperanza. Los sueños del movimiento sionista fueron ambiciosos y valientes: poner de pie un proyecto casi imposible que sería la constitución de un estado sin medios de condiciones. Así que el concepto del sionismo en aquel primer momento fue que a pesar de todo se debería buscar y celebrar la victoria, incluso con elevado precio, y no mencionar las derrotas y fracasos. La Shoah significaba el fracaso del judaísmo en la diáspora. “A nivel inconsciente, los rescatadores reconocen los sobrevivientes como su alter ego, y al mismo tiempo rechazan como tal. Con el fin de aumentar la confianza en la fuerza de los judíos, el judío de Israel debe remover su pasado de impotencia que podría ser una amenaza para el grupo cuyo propósito tiene sus raíces en la imagen interiorizada del “nuevo” judío libre, fuerte y mirando hacia el futuro”[26].

El hecho de la tragedia de la Shoah ocurrir simultáneamente con la dura lucha por la liberación en la Tierra de Israel, la llegada de los sobrevivientes que fueron absorbidos justo en el momento más crucial de la lucha por la independencia y en la que ellos participaron, creó una situación nueva, desconocida y, en aquel momento, recordar el pasado o se fijar en él, no sería un servicio para aquellos que estaban viviendo en ese momento. Esto no fue una imposición externa, sino una alternativa vivida de forma natural de acuerdo con la nueva realidad creada. Por eso el que Rachel llama el ‘nuevo’ judío era una realidad para todos, para los que recibirán y para los que llegarán. 

La constitución del Estado ocurrió bajo una dura realidad para aquellos que aquí lucharon en los años antes de 1948 y por otro lado los que vinieron, los sobrevivientes de la tragedia de la Shoah, eran personas que experimentaron el infierno en sus vidas. Estos habían perdido parte de su existencia y tenían consigo una experiencia indescriptible, por lo tanto eses datos negativos no tenían lugar para ser contados y también no podían ser entendidos. La realidad es que el Estado de Israel era un nuevo comienzo y por eso era mejor no traer en ese momento nuevo, el pasado y el infierno vivido en la Shoah. La Diáspora era interpretada como la tragedia de la Shoah e Israel como el posible lugar para continuar la existencia. Como se dijo Yosef Gorny: “El Establecimiento del Estado Judío transforma la imagen de un pueblo que había surgido de la Shoah  ensangrentado y humillado”[27]. Aún más dramática parece ser el análisis que hace Gilead cuando presenta incluso motivos personales profundos por parte de los sobrevivientes para no hacer la experiencia de la Shoah conocida al público: “La exclusión de la Shoah de la cultura nacional de Israel en plena gestación fue reforzada por la aparición de otra convención fuerte y de gran alcance, cultivada por los propios sobrevivientes del Holocausto. Cuando llegaron a Israel, los sobrevivientes fueron tragados por las exigencias de la integración en una nueva sociedad en la que los animaba a considerarla suya, pero que donde todo su pasado era visto como irrelevante, mismo vergonzoso. La vergüenza de ser extranjeros despreciados a menudo se ve agravada por la noción de culpa provocada por la experiencia de supervivencia. No era sólo la culpa de sobrevivir cuando muchos perecieron, pero igualmente la culpa oculta y la vergüenza profunda por lo que a menudo habían tenido que hacer para sobrevivir. Ellos sentían intensamente la necesidad de protegerse y proteger a sus hijos, y no hacer frente a las cuestiones más dolorosos de la sumisión de la colaboración y a menudo del egoísmo feroz que eran necesario para la sobrevivencia[28].

Estos dramas desempeñaron un papel importante en la forma de convivir con la Shoah, sea para aquellos que vivieron directamente la tragedia, sea para aquellos que no han hecho la experiencia, pero que conocieran las dimensiones de la tragedia como colectivo y como individuos.

Lo que estaba claro es que la constitución del Estado de Israel fue la respuesta  de mil años a la situación de inseguridad que el pueblo judío vivió en la Diáspora. Incluso aunque cada judío esperase un día volver a su tierra, él que no tenía conocimiento de cómo sería hecho este retorno a la tierra.

Así que en esta primera fase del silencio el sobreviviente no tenía lenguaje para expresar el horror vivido. ¿Explicar cómo? Pero había otro factor, como se ha dicho antes, el país estaba comenzando y el sobreviviente no tenía para ofrecer una aparente experiencia de ganador, pero sí la de una persona humillada, de quien había perdido todo. El mejor remedio fue tratar de dejar de detrás y canalizar la energía y la vida que quedaba para ponerla en marcha hacia el futuro. Para los sobrevivientes, el silencio era necesario para mantenerlos conscientes y para Israel que estaba formándose, era necesario priorizar el sentimiento de ganador, fijar el discurso sobre la victoria en la formación del Estado. Todos aprendieron una dura lección, la supervivencia de los Judíos y del Estado de Israel dependieran de sus propios esfuerzos. Ya no podía contar con nadie y tendría que ser fuerte. En 1958 Giora Yosptel expresa concisamente esta conciencia de la sociedad israelí: “El pueblo de Israel ha aprendido una lección: no hay esperanza para la existencia de los judíos como un pueblo sin raíces en su propia tierra; y aprendió otra lección, no menos cruel: los débiles no tienen otra opción que dejar de ser débiles[29].

Dadas las circunstancias anteriormente mencionadas, la memoria de la Shoah no fue trabajada en su totalidad, es un proceso. Quien vivió la tragedia no habló el todo del terror vivido. Así, los hijos e hijas de esta generación fueron protegidos de tomar conocimiento de la tragedia existencial de sus padres o amigos o amigos de los amigos. Fue una generación como sus propias dificultades y sueños. Los sobrevivientes soportaron solos sus memorias del horror que vivieran. Al mismo tiempo ellos constituían familias, criaron a sus hijos, establecieron las empresas, construyeron casas, escuelas, ellos desarrollaron la tecnología, combatieron en las guerras. Pero se puede decir que la guerra interior que ellos enfrentaron después de la guerra no fue menos difícil que la tragedia vivida anteriormente. La generación del silencio seguía siendo incomprensible hasta hoy, o mejor, es un asunto de gran importancia en el debate dentro de la sociedad israelí hoy.

Como se puede notar la complejidad del tema de la Shoah es grande. El principio de no olvidar y transmitir la memoria de esta tragedia es uno de los pilares que componen la sociedad israelí en la actualidad. Pero el debate sobre qué es exactamente lo que sucedió durante la Shoah y como entender lo qué ocurrió con los sobrevivientes después de la Shoah también ocupa un lugar importante.

El hecho es que todo el mundo está implicado en eso, la sociedad y los individuos, de los adultos a los niños. Las formas de entender y transmitir son muy variadas, pero todos están involucrados para perpetuar la memoria de la Shoah, haciendo esto para las generaciones futuras. Una información que apareció en el periódico en el día de la Shoah del presente año (2016), ilustra esta práctica habitual, cómo la memoria de la Shoah está presente en la familia israelí de generación en generación: “Para esta familia, la Shoah y su memoria no dejaron a nadie atrás. Empezó con Sara Libovitch (88), que sobrevivió a Auschwitz, pero perdió a toda su familia. A través de su hija, que documentó la historia de su madre en un libro. Su nieta escuchó la historia del terror de la Shoah antes de ir a dormir; su bisnieta (19) documentó en una película el fenómeno en la cuarta generación. “Aun si le duele, se nos exige que le diga lo que pasó allí”, dice la bisabuela”[30].

En este trabajo de reconstruir y transmitir la memoria de la Shoah, se da cuenta de que el contenido de la memoria no es venganza y no hay la desesperación, a pesar del tamaño de la tragedia sufrida como individuos y como pueblo. Si por un lado la transmisión de la memoria pone en evidencia la magnitud del horror que no se puede olvidar, por otra parte insiste en la extraordinaria capacidad de auto-superación, de la lucha por la vida.

Yo añado brevemente que un punto central en la transmisión de la memoria de la Shoah hay que mencionar fue la creación del museo Yad Vashem, aprobado por la Kenesset de Israel en 1953, pero su proyecto ya estaba en actividad inmediatamente después del término de la Segunda Guerra Mundial. Teniendo como objetivo la educación, la investigación, la documentación, la conmemoración y guardar y restaurar la memoria de la Shoah, su propósito también incluye expresar la tragedia de la Shoah y dar la voz de una manera concreta la tragedia y la realidad experimentada por los sobrevivientes. Avner Shalev definí de forma concisa su propósito: “Yad Vashem es una institución responsable de reunir y conservar la documentación de la Shoah, de conducir pesquisas, de honrar la memoria de las víctimas y de las personas que salvaron judíos”[31]. Con el tiempo se ha ido mejorando su propósito y sus actividades fueran se adecuando de acuerdo con las necesidades de la época. En la actualidad los proyectos de adaptación y construcción para satisfacer sus propias necesidades e trabajar la memoria de la Shoah son enormes. Además es bueno saber que todo el proyecto del Museo Yad Vashem es una obra que tiene el más alto rigor científico. Los responsables de la gestión y la dirección del Museo son expertos en la materia y los comités mantiene abierto el debate con todos los sectores de la sociedad involucrados con el tema de la Shoah. La preocupación es siempre mantener una obra de manera absolutamente objetiva y rigurosa. Como afirma Tsvetan: “Las cuestiones de la memoria son demasiados grandes para ser dejado al entusiasmo o la ira”[32].

Además, este lugar que es un lugar para investigar, conservar y transmitir la memoria de la Shoah y se convirtió en patrimonio y una referencia obligatoria para abordar el tema, mantiene los principios fundamentales del judaísmo como el fundamento de la educación y de la transmisión de la memoria. Para el día de la celebración del día de la Shoah en 2010, el Museo Yad Vashem trabajó como tema una cita bíblica: “Pero ten cuidado y guárdate bien, no vayas a olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida: enséñaselas, por el contrario, a tus hijos y a los hijos de tus hijos” (Deut. 4, 9) y en la finalización de la presentación del tema del día hay un comentario, sin el nombre del autor, que dice: “Pasamos a la generación siguiente la antorcha de la memoria, como una lección fundamental del judaísmo: que la memoria debe ser acompañada por acción ética e intención moral. Este debe ser el fundamento y el foco de sus energías hacia la creación de un mundo mejor”[33].

Después del establecimiento del Yad Vashem, tenemos varios centros universitarios, que también favorecieron la reflexión y la investigación sobre la Shoah. Comenzando por la Universidad Hebrea de Jerusalén y luego se extiende a todas las universidades del país. Pero lo que podríamos llamar un período de silencio no debe entenderse como carente de interés para la tragedia de la Shoah o la falta de actividad en este sentido. La sociedad, organizada en diferentes grupos y representantes de varios segmentos, siempre buscó una forma apropiada de encontrar una manera correcta en el desarrollo de mecanismos ajustados para dar voz a la tragedia de la Shoah.[34]

Por otra parte siempre estuvo presente el estado que mostró este hecho de manera constante a través de las celebraciones y de las fechas fijas para esto. Pero como es normal en Israel, existen críticas en muchos sectores de la sociedad sobre el uso de la tragedia con fines ideológicos, otros, pero,  critican que la dimensión colectiva no representa la Shoah para cada uno en la sociedad. Encontramos los que dicen que hay una Shoah para cada uno y en el período actual muchos identifican y reclaman su asimilación a la Shoah aun sin haber pasado por ella, pero asumen la tragedia de su pueblo, por lo que la memoria es perpetua.

Me gustaría presentar dos textos que muestran (de forma muy limitada) un poco de lo que está sucediendo en Israel hoy en día cuando se habla de la Shoah. Los ejemplos son infinitos, sólo viviendo en la sociedad israelí para darse cuenta de su profundidad, pero estos textos ejemplifican cómo la sociedad trabaja la cuestión de la Shoah. Miles y miles han aparecido en los periódicos, en la televisión, en los cines, teatros y otros lugares públicos, repartidos por todo el país[35]. Como vimos antes, la búsqueda es constante y audaz. No hay temor en buscar la verdad de los hechos, de lo sucedido. El deber de hacer memoria, de no olvidar, es visto como un mandamiento asimilado en la propia cultura judía israelí, pero permanece algo grande, juntamente con la tragedia de la Shoah, es la mirada de confianza hacia el futuro, la esperanza contagiante y el respeto a la persona humana[36].

Rabino Israel Meir Lau[37]

Con los años he aprendido a relacionarme sólo con la mitad llena del vaso. Con la mitad vacía del vaso es imposible saciar la sed. No hay en esta mitad vacía  ningún valor. Además, el optimismo es parte de mi existencia. ¿Qué dicen estas cosas para mí?

En cada reunión con los miembros de la comisión de Yad Vashem y de todas los comités que trabajan para la memoria de los caídos en la Shoah en Israel y en el mundo, las caras pálidas de los sobrevivientes de la Shoah se ven y me preguntan: ¿qué será después de nosotros ? ¿Quién va a recordar la Shoah después que desaparecernos de este mundo? Los testigos vivos desaparecerán. ¿La memoria no cesará con ellos?

No estoy de acuerdo con esta opinión. En primer lugar, somos un pueblo de memoria extraordinaria. Hace más de 3300 años, en el 14 del mes de Nisan, que salimos del Egipto. El resultado: todo un pueblo disperso por todo el mundo, celebra en la misma fecha, la salida de la esclavitud para la libertad, se sienta a la mesa en la noche del Seder y sigue el menú de Matzá y Maror.

Ya hace 2200 años que los Asmoneos entraron en el Templo y encontraron un pote de aceite puro que, milagrosamente, duró ocho días. Desde entonces hasta hoy, todo un pueblo sigue de pie en 25 Keslei y asciende la luz de Hanukkah.

Que memoria extraordinaria! La matzá y la luz de la Hanukkah son ejemplos para no olvidar los acontecimientos.

No comparo la memoria de la Shoah con nada, pero el principio es el mismo: cuando existe la preocupación en hacer memoria y enseñar lo que sucedió, nada caerá en el olvido.

En segundo lugar, en los 71 años que han transcurrido después de la destrucción de un tercio de nuestro pueblo en la Shoah, hicimos mucho para que su memoria no vaya a desaparecer del mundo. Yad Vashem, en Jerusalén, y junto a él todos los museos en Israel y en el mundo, son los protectores “paredes de piedra que gritan” para inmortalizar lo que se pasó. Al lado de los monumentos reales, hay monumentos móviles en forma de miles de libros donde los sobrevivientes de fuego cuentan sus historias. Incluso cuando, nosotros sobrevivientes, desaparecer de este mundo para el mundo donde todo es bueno, estoy seguro de que todo esto no permitirá olvidar los días de la Shoah y sus víctimas.

En tercer lugar, existe el antisemitismo de generación en generación. Incluso si alguien quiere olvidar, siempre habrá instituciones, organizaciones e individuos que no le permitirá desarrollar. La Torá dice: “Recuerda lo que te hizo Amalec … no te olvidas.” De acuerdo con mi punto de vista, esto no es sólo un imperativo, sino una advertencia y una profecía para el futuro: “no te olvides” – no se puede olvidar.

Con todo esto y a pesar de esto, yo permanezco con el mi optimismo, porque somos un pueblo de la eternidad, y el recuerdo del pasado es una columna en la construcción de  esperanza para el futuro.

Kolet Avital[38]

En su libro “La Sonrisa del ratón de campo”, la escritora Nava Semel analiza cómo se describirá la Shoah en el año 2099, cuando los testigos ya no estarán aquí e incluso la segunda y tercera generación. En el mundo de la imaginación que ella describe, la Shoah se ha convertido en un mito. Del mismo modo, los sobrevivientes de la Shoah, y yo entre ellos, se preguntan hoy cómo y en qué forma será recordado en los años que pasan.

En nuestra generación es todavía difícil de entender o explicar lo que sucedió en la Shoah. El tamaño del terror. El asesinato programado y metódico que no hay nada similar en la historia. Alguien escribió que eso sucedió en otro planeta, pero sabemos que esto ocurrió en nuestro planeta. ¿Las próximas generaciones se recordarán sobre todo de la muerte de las personas y del mal?

Es importante recordar a los 6 millones, la gran crisis, la rica cultura judía que fue extinta. Sin embargo, no podemos someter a la voz casi universal que dice, nosotros somos víctimas permanentes, que fuimos y somos siempre víctimas. Nosotros estamos obligados a recordar que el verso: “En cada generación se levantarán contra nosotros para nos extinguir”, hay continuidad, por el hecho que generaciones y sobrevivientes se pusieron en pie con sus propias fuerzas, se levantaron de nuevo, constituyeran familias, fundaran el Estado de Israel.

El verso que leemos en la Agadá, el mandamiento de que “cada uno debe verse como si él mismo hubiera salido de Egipto”, como si hubiera ella misma salida en libertad, tiene una obligación moral, existencial, con valores permanentes. Nuestra obligación es recordar y hacer memoria de este poder extraordinario de nuestro pueblo de auto-superarse, para hacer existir lo inexistente.

No me gustaría que para el año 2099 los nietos de nuestros nietos relaciónense con la Shoah como otro dado en la historia de la secuencia de los sufrimientos de nuestro pueblo. Tampoco quisiera que los viajes a Polonia, que todavía pueden existir, el mensaje no sea el único cliché: “no más”.

Me gustaría que al lado del mal que es inherente a la naturaleza humana, se les recordasen la grandeza de corazón y el coraje de los que arriesgaron la vida e incluso se sacrificaron para salvar judíos. Los que hicieran todo lo posible para proteger a la persona y a la humanidad que hay en ella – antes de la decisión de supresión.

Espero que sepamos trasformar la responsabilidad que cae sobre nuestra generación, de establecer la memoria, en obligación moral de luchar contra la manifestación del nazismo, del fascismo y del racismo en las vicisitudes del momento presente, y también hacer memoria de otros mártires. Y, sobre todo, que sepamos guardar la santidad de la vida.


[1]. Avgil Uzi y Iris Livshitz Klainer, Ydeot Ha’aharonot, Mossaf Yom haShoah (heb.), 5.5.2016, 8.

[2]. Masha Itzhaki, “La Shoah dans la littérature israélienne”, in: Revue d’histoire de la Shaoh, 184, Janvier/juin 2006, 17.

[3]. Iris Milner, “La société Israélienne et la Shoah: la perspective de la prosa de la deuxième génération”, in: Revue d’histoire de la Shaoh, 184, Janvier/juin 2006, 221.

[4]. En 1953 el Parlamiento de Israel estableció la celebración del día la Shoah en el 27 del mes de Nisan. Por lo que será entre abril y mayo, según el calendario hebreo.

[5]. tb. Pésajim 116b.

[6]. Ydeot Ha’aharonot, Mossaf Yom haShoah, 05.05.2016 (heb.).

[7]. Esta afirmación está muy bien estudiada en los artículos de dos grandes expertos en el tema, Yehiam Weitz y Yehuda Bauer,  en un libro colectivo: Major Changes Within the Jewish People in the Wake of the Holocaust – Proceedings of the ninth Yad Vashem International Historical Conference (Ed. Yisrael Gutman, Co-Ed. Avital Saf), Yad Vashem, 1996; Yehiam Weitz, “Shaping the Memory of the Holocaust in Israeli Society of the 1950s”, 497-594 y Yehuda Bauer, “The Impact of the Holocaust on the Establishment of the State of Israel”, 545-552.

[8]. Yeshuv era el nombre dado a la estructura organizativa de los Judíos bajo el dominio turco en la Tierra de Israel, en el período anterior a la creación del Estado, en 1948.

[9]. Como afirma Yehuda Bauer: “Tal vez se puede decir que si no se hubiera producido el Holocausto, la lucha sionista habría tenido una oportunidad mayor de establecer el estado de lo que hizo después del cataclismo”, “The Impact of the Holocaust on the Establishment of the State of Israel”, 546-547.

[10]. El Histadrut fue fundada en diciembre de 1920, en Haifa, para cuidar de los intereses de los trabajadores judíos. A finales de 1921, David Ben-Gurion fue elegido como Secretario. La afiliación creció de 4.400 en 1920 para 8.394 miembros en 1922. En 1927, la Histadrut tenía 25.000 miembros, eso representaba el 75% de la mano de obra judía en Palestina Mandataria. (https://en.wikipedia.org/wiki/Histadrut (Eng.), visto el 20.05.2016)

[11]. Haganah fue una organización paramilitar judía en el Mandato Británico de Palestina (1921-1948), que se convirtió, a partir de 1948, en el núcleo de las Fuerzas de Defensa de Israel.

[12]. Anita Shapira, “La Shoah: memoria particular y memoria colectiva” (heb,) in:  Independencia: Los primeros 50 años (Colección e ensayos, ed. Anita Shapira), The Zalaman Shazar Center, 1998, 535.

[13]. Iris Milner, 223-268.

[14]. ibid. 230.

[15]. ibid., 259.

[16]. ibid., 267.

[17]. Shoshan Felman, Writing and Madness, Ithaca, Cornell University Press, 1985, 85.

[18]. Véase el artículo de Dina Porat: “First Testemonies on the Holocaust: The Problematic Nature of Conveying and Absorbing them, and the Reaction in the Yishuv”, in: Holocaust Historiography in Context – Emergence, Challenges, Polemics and Achievements, (Eds. David Bankier and Dan Michman), Yad Vashem, 2008, 437- 460.

[19]. Idit Gil, “The Shoah in Israeli collective memory: changes in meanings and protagonists”, Modern Judaism, Volume 32, Number 1, February 2012, University Press, 76. La autora trabaja este tema a través de su artículo (pp 76-101) de manera muy bien argumentad, justificando cada paso y forma que se expresa en la conciencia judía israelí.

[20]. Anita Shapira, “La Shoah: memoria particular y memoria colectiva” (heb.) in:  Independencia: Los primeros 50 años, 528.

[21]. ibid, 537.

[22]Dictionnaire de la Shoah, (G. Bensoussan, J-M. Greyfus y E. Husson Diretores) Paris, Larousse, coll.,  2009, 292.

[23]. Esta lectura de la sobrevivencia y la recuperación de la victoria aparente y no centrarse en el lado del sufrimiento y la muerte es la tesis principal del libro de Tamar Fox, Inherited Memories – Israeli Chidren of Holocaust Survivors, Cassell, 1999, sobretodo en las páginas 117-129.

[24]. Gershon Shaked, “Holocaust and sel-awareness of israeli society”, in: Major Changes Within the Jewish People in the Wake of the Holocaust – Proceedings of the ninth Yad Vashem International Historical Conference,  563. Todo el articulo (553-566), fundamenta en serio esta afirmación.

[25]. Para una comprensión más profunda de la relación entre el aspecto colectivo e individual en la sociedad israelí acerca de la Shoah, véase el artículo de Dalia Ofer, “The community and the Individual: The Different Narratives of Early and Late Testemonies and Their Significance for Historians, in: Holocaust Historiography in Context – Emergence, Challenges, Polemics and Achievements (Eds. David Bankier and Dan Michman), Yad Vashem, 2008, 519-538.

[26]. Rachel Feldhay Brenner, “Discours de deuil et de renaissance dans la littérature israélienne postérieure à la Shoah à partir des oeuvres de Leah Goldeberg (Il Châtelaine) et de Shulamit Hareven (Le Témoin)”, in  Revue d’histoire de la Shaoh, 184, 208-209.

[27]. Yosef Gorny, “The Ethos of Holocaust and State”, in: Major Changes Within the Jewish People … , 718.

[28]. Gilead Marahg, “La nouvelle littérature de la Shoah: le roman voir ci-dessous: Amour, de David Grossmann”, in: Revue d’histoire de la Shoah, nº 184, 271-272.

[29]. “Memoria de la Shoah y su lección”, Jornal Ha Po’el ha Tzair (heb), 20 abril, 1958, 25.

[30]Ydeot Ha’aharonot, Mossaf Yom haShoah (heb.), 05.05.2016.

[31]. Avner Shalev, “Le nouveau Musée d’Histoire de la Shoah à Yad Vashem” in: L’Historiographie Israélienne de la Shoah 1942-2007, Revue d’histoire de la Shoah, nº 188, Janvier/Juin 2008, 224.

[32]. Tzvetan Todorov, Les Abus de la Mémoire, Arléa, 1995, 14.

[33]. http://www.yadvashem.org/yv/en/remembrance/2010/theme.asp#!prettyPhoto, (Visto 15 mayo 2016).

[34]. Sobre este tema véase el artículo muy bien detallado de Dalia Ofer, “¿Qué y cuánto hacer memoria de la Shoah? La memoria de la Shoah en el Estado de Israel en la primera década” (heb.) in:  Independencia: Los primeros 50 años…, 171-194.

[35]. Un pequeño ejemplo: en 2010 se inició en Israel un proyecto llamado Zikaron Besalón (memoria en la sala) para jóvenes israelíes. El objetivo es encontrar a los jóvenes de todo el país que no están dentro de un marco organizado para honrar la memoria de la Shoah. El año pasado (2015) eses encuentros ocurrieron en 150 salas, este año el interés fue extraordinario, sólo el proyecto Zikaron Besalón realizó 500 reuniones en todo el país en el que se invitó a los supervivientes a asistir a estas reuniones y contar sus historias. (Información tomada del Jerusalem Post, edición francesa, 10 de Mayo, 2016, 14.)

[36]. Los textos citados abajo fueran tomados del diario Ydeot Ha’aharonot, Mossaf Yom haShoah, (heb.), 5.5.2016. Es un periódico diario, en hebreo, muy difundido en el país y tiene un perfil popular.

[37]. Nació en Polonia. Sobrevivió la Shoah, fue liberado desde el campo de Buchenwald en 1945. Llegó a Israel en el mismo año. Hizo una brillante carrera como rabino. Fue rabino jefe de Israel entre 1993 y 2003. Hoy en día es rabino de Tel Aviv. Es una persona muy querida en la sociedad israelí y tuvo una gran actuación junto con el Papa Juan Pablo II sobre la relación entre la Iglesia Católica y el judaísmo. Es un importante miembro en el Museo Yad Vashem y trabaja sin descanso por la causa de la Shoah en Israel y en todo el mundo.

[38]. Ella nació en Rumania, llegó en Israel el año 1950. Se hizo una carrera política y participó en varias posiciones y fue diputada en la Keneset en Israel. Fue candidata a presidente de Israel, contra Shimon Peres. Se ocupó entre otras cosas de las propiedades judías confiscadas en el período nazi.

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