Una palabra sobre el judaísmo

La afirmación de que el Señor “eligió” (bachar) a Israel es una de las enseñanzas más importantes en Deuteronomio. La elección de Israel por el Señor se manifiesta en la intervención divina en la liberación del Egipto y el don de la tierra. El Deuteronomio niega explícitamente que la elección divina fue motivada por la grandeza de Israel o por su perfección moral: “Sabe, pois, que não é por causa da tua justiça que o Senhor, teu Deus, te dá esta boa terra para possuí-la, pois tu és povo obstinado”(Dt. 9, 6). La única base para la elección de Dios fue su amor y fidelidad:” Es porque el Señor te ama y quiere mantener el juramento que hizo a tus padres “(Dt. 7, 8 )

Elegido por Dios, Israel es llamado un “pueblo santo” (Dt 7, 6; 14, 2). La palabra “santo” (qadôš) expresa, negativamente, una separación de lo profano y, positivamente, una consagración al servicio de Dios. Al usar la expresión “pueblo santo”, Deuteronomio enfatiza la situación única de Israel, una nación introducida en el dominio de lo sagrado, convirtiéndose en la posesión especial de Dios y el objeto de su protección especial. Al mismo tiempo, se subraya la importancia de la respuesta de Israel a la iniciativa divina, así como la necesidad de una conducta adecuada. De esta manera, la teología de la elección arroja luz sea sobre el estatus distintivo como sobre la responsabilidad especial de un pueblo que, entre otros pueblos, fue elegido como posesión especial de Dios, para ser santo como Dios es santo.

En Deuteronomio, el tema de la elección no se trata solo de las personas. Uno de los requisitos más fundamentales del libro es que la adoración al Señor se celebre en el lugar que el Señor ha elegido. La elección del pueblo aparece en la introducción a las leyes que invita a la reflexión, pero en las leyes mismas, la elección divina se concentra en un santuario … A la idea de elección, Isaías adjuntó la idea de servicio al presentar a Israel como “el siervo del Señor”. “Destinado a ser” la luz de las naciones “(Dt 49, 6). Estos textos muestran claramente que la elección, la base de la esperanza, conlleva una responsabilidad: Israel debe ser, ante las naciones, el “testigo” del Dios único. [1]

[1] Pontificia Comisión Bíblica, El pueblo judío y sus sagradas Escrituras en la Biblia cristiana (2001), nº 33.